Entrenar la creatividad
El proceso que recorre la creatividad, ya sea partiendo desde cero o siguiendo un camino a partir de algo existente, es a menudo incierto.
Las ideas generalmente no vienen solas y menos cuando cuentas los segundos del reloj. Este quizás ha sido uno de los motivos por el que muchas empresas en el pasado reciente, no habían conseguido ser creativas o destacar en su sector. Su modelo de negocio se seguía basando en el mantenimiento de lo que conocían y a menudo temían a la innovación. Pero los tiempos cambian, y muchos negocios, tengan el tamaño que tengan, ya sabían que tenían que adaptarse si su objetivo era tanto mantenerse como incluso expandirse. Quienes han sobrevivido, han tenido que implementar otras maneras de vender y eso les ha conducido a conocer infinidad de estrategias de marketing digital.
El choque entre la creatividad y la mente analítica
La práctica orientada hacia los resultados tangibles a corto plazo, ralentizó la entrada y posterior integración de estrategias creativas en el sector empresarial durante su época inicial con la llegada de las primeras redes sociales hace más de quince años ya.
Tuvo que pasar algún tiempo más para que nos diéramos cuenta de que si lo que queríamos era originalidad tendríamos que asumir situaciones en las que podríamos ver a alguien sentado y mirando al infinito, simulando que sigue algún tipo de intuición o el hilo que le ha mostrado su mente hacia un camino desconocido.
Los caminos que la creatividad necesita recorrer no se corresponden con los que siguen los que se obsesionan con la facturación o los números bancarios.
Es por esto que el trabajo creativo se asemeja más a una maratón que a una carrera de 100 metros. Se necesita constancia, fe y, sobretodo, resistencia.
Quizás por este motivo, la creatividad tiene tanto valor; además de que aparece con unos métodos inusuales y atípicos. No se ha encontrado su fórmula exacta.
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